Es demasiado sencillo que los fantasmas de nuestros ideales, como los de quienes hemos sido, afecten nuestro presente.
Con mis trastornos comencé a dudar en mi y en quien soy y puedo llegar a ser, con demasiada facilidad. Me es todavía bastante difícil no escuchar esa voz en mi cabeza que me dice todo lo mal qué hay en mi, y las mil y un formas en que todo me va a salir mal.
Entre más me he enfrentado y me he derrotado a mis enfermedades, más me doy cuenta que esa voz pierde poder. Aún tengo días malos y otros buenos, sigo aprendiendo a controlar este relajo que tengo en la azotea, por eso cuando leí la frase del inicio algo me hizo click.
Es verdad que como buenos enfermos la conmiseración y la victimización son parte básica de nuestra personalidad, o eso queremos creer; por eso es tan sencillo fungir como juez y acusado, para poder seguir en nuestro propio juego. Pero la realidad es que estamos tan enfermos o tan “sanos” como queremos estarlos.
No es fácil, para nada, al contrario creo que es una de las luchas más difíciles, cansadas, complicadas y mil y un adjetivos más... pero es LA LUCHA MÁS GRATIFICANTE que he tenido, y que seguiré teniendo.
Tu escoges hasta cuando vas a levantarte la condena, ¡las sanciones con tortura ya fueron abolidas!...
La ayuda está disponible, solo es querer aceptarla, buscarla y cómo alguien sabio me dijo una vez...
“DEJA DE ESTAR DE CHILLONA... Y HAZ LO QUE TIENES QUE HACER...”
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